Cultivo hodroponico IV

4) El aire respirable para animales en general, incluyendo a nuestra especie, es un regalo del mundo botánico. A través de sus estomas -poros microscópicos de las hojas-, las plantas absorben anhídrido carbónico y oxígeno, pero devuelven mucho más de lo segundo (salvo durante la noche), cosa que hace la atmósfera respirable para el animal. Como el animal hace lo contrario, exhalando ante todo anhídrido carbónico, la atmósfera es respirable para las plantas.

Esta estrecha complementariedad sugiere de inmediato un inconveniente grave para cualquier jardinería de interior. Las plantas necesitan aire fresco, que -salvo en zonas altamente castigadas por la polución- resulta mucho más abundante a cielo abierto. Por otra parte, a cielo abierto pueden producirse toda suerte de meteoros destructivos (granizo, heladas, lluvia excesiva o demasiado fría), entre los cuales destaca el viento, capaz de arrancar, secar, aterir y hasta quemar las plantas.

Como el riego gota a gota se produce a pocos centímetros de la raiz, el resto aéreo de la planta pide algo equivalente a una lluvia tibia, cosa que se consigue pasando un paño húmedo sobre hojas y tallos, cuando menos una vez al mes, y mejor cada quince días. El sistema de espolvorearlas con un spray es delicado, ya que las bombillas de HID pueden estallar si son tocadas por cualquier tipo de líquido fresco mientras están encendidas; sin especial precaución, sólo procede hacerlo antes de encenderlas, pero entonces topamos con el obstáculo de interrumpir la fase de oscuridad, cosa que perturba su crecimiento.

Más fundamental aún que lavar la planta es conseguir un recinto ventilado, sin estratificaciones en la atmósfera, lo cual exige -en primer término- mover el aire con algún ventilador de giro. Un temporizador que lo encienda y apague no necesita ser digital, y por eso mismo resultará muy barato, aunque tampoco sea demasiado engorroso encender el ventilador un par de veces al día, y dejarlo funcionando cinco o seis horas cada vez. Lo perfecto es complementarlo con una ventana o un simple respiradero, y sólo cuando esto no sea posible -al tratarse de un sótano, por ejemplo- será preciso abrir el recinto de cuando en cuando; si la habitación no es grande, bastarán cinco minutos para renovar el aire completamente.

Un refinamiento adicional incluye generadores de anhídrido carbónico, que sientan a las plantas tan bien como nos sientan a nosotros bombonas de oxígeno puro, y cuyo funcionamiento puede automatizarse con temporizadores. Sin embargo, son artefactos aún caros, y capaces de calentar excesivamente el cuarto. La solución del ahorrativo será buscar otros sistemas para liberar anhídrido carbónico en la fase final de floración, porque aumenta mucho el crecimiento. Recomendable y barato es el desionizador -un generador de iones negativos- que purificará el aire; este elemento produce una atmósfera de frescura, con el aroma típico del campo después de un aguacero, y mejora la salud del jardín al neutralizar hongos, esporas y polucionantes. En realidad, es algo sano también para cualquier otra parte de la casa.

fuenteD. Antonio Escohotado, "El Cultivo Hidropónico" Antonio Escohotado(1997)

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