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Cultivo Hidropónico VI

6) La temperatura, factor crucial del cultivo a cielo abierto, es otro capítulo en la hidroponía de interiores. Las plantas se desarrollan óptimamente entre 22 y 24 grados, pero admiten -sin sufrir- que el ambiente descienda hasta 15 durante la oscuridad, y se eleve hasta 32 e incluso 38 en la fase de máximo calor.

Salvo en zonas gélidas, el cultivo de interiores (sea en un sótano, un ático o cualquier otro cuarto) tendrá pocos problemas, debido a las condiciones aislantes del inmueble y el calor añadido de las lámparas HID. Evidentemente, si hace demasiado frío será preciso añadir a la habitación una estufa. Problemas superiores puede ofrecer un ático en verano -pues generar frío resulta bastante más caro que generar calor-, pero siempre es posible interrumpir el cultivo durante la canícula, o avenirse al acondicionador de aire. Lo único seguro es que el rendimiento se reduce progresivamente, a medida que la temperatura abandona el margen ideal de 22-24 grados; aunque bajar hasta los 10 es más duro para la planta que sufrir una media de 30-32, ambas cosas deberían evitarse.

Cultivadores profesionales, y perfeccionistas, emplean termostatos de frío/calor, que disparan una cosa u otra según convenga, manteniendo regímenes distintos para el día y la noche (lo cual ahorra energía eléctrica. Se sirven también de humidificadores y deshumidificadores automatizados, para conservar un margen de humedad próximo al 50-60 %, que estimulan la transpiración de las plantas y previenen el desarrollo de hongos. Sin embargo, es bastante más barato comprar un simple higrómetro, y aumentar la humedad con un cubo de agua o varios, dependiendo del tamaño del cuarto cultivado. El exceso de humedad es menos frecuente, porque tanto el ventilador como las lámparas HID secan el aire, pero la humedad excesiva debe combatirse para evitar luego -en la fase de floración, cuando las plantas han crecido al máximo, y absorben mucha agua- el empleo de fungicidas.

Para el cultivador bisoño, el problema más concreto consistirá en elegir bien sus semillas, pues moviéndose en espacios cerrados necesita plantas de tamaño tan homogéneo como sea posible; si unas crecen un metro más que otras, será imposible usar de modo ecuánime la luz vertical, y para evitarse cuartos de techo alto muchos profesionales prefieren ejemplares de pequeño tamaño (tipo big bud, swiss y otros), aunque su rendimiento en THC sea algo menor también.

Estas someras indicaciones sobre cultivo hidropónico se completan con una mención a los clones, que tienen especial importancia cuando la planta no es hermafrodita, y el cultivador busca o bien machos o bien hembras. El caso resulta especialmente crítico en materia de cáñamo, pues la proporción de THC presente en las inflorescencias femeninas es incomparablemente más alta. Si el cultivador no busca un banco de semillas, arrancará los machos tan pronto como vayan apareciendo. Pero las semillas de alta calidad -tipo super-skunk, northern lights, silver pearl, purple haze, hawaiian indica, big bud, jack herer y otras- son caras (hasta 6 ó 10 dólares por unidad, que pueden llegar a los 30 para la AK 47, capaz de brotar y recogerse en la mitad de tiempo que otras), y -salvo excepciones³-- no puede saberse a prioi cuántas plantas producirán de cada sexo. Lo ideal entonces es poder reproducir el sexo deseado mediante esquejes, liberándose el agricultor tanto de plantas polinizadas como de adquirir semillas para cada nueva siembra.

Por otra parte, la reproducción mediante esquejes -la clonación- resulta bastante más difícil en ciertas plantas (como el cáñamo, por ejemplo) que la germinación. Cualquier poda y posterior siembra hecha a estos fines supone convertir una ramificación dotada de hojas en algo que debe desarrollar una raiz, modificando todo su quimismo, y un cambio semejante tiene más probabilidades de fructificar en fase de crecimiento que en fase de floración. De ahí que los expertos tengan un segundo espacio o recinto adaptado a la obtención de clones, porque el proceso de arraigo es más lento (de una a cuatro semanas), exige una humedad bastante superior (próxima al 80 %), y se verifica mejor empezando con fluorescentes de gran rendimiento (durante 24 horas) que con lámparas HID. De hecho, todo es más delicado en ese caso, desde la ventilación al exceso de riego. Aunque una buena tienda de jardinería dispondrá de gelatinas y nutrientes específicos para facilitar el proceso de clonación, sólo experiencia y buena suerte asegurarán el éxito de la empresa.

A título genérico, supongamos que de una planta se separan algunos esquejes, cuidando de cortar a medio camino entre dos nudos o yemas, con una tijera bien afilada y siguiendo un ángulo de 45 grados.

Cada esqueje tendrá varias hojas, que al menos en parte habrán de podarse nuevamente, pues una o dos yemas deben quedar bajo la superficie, y otras dos por encima. A medida que van obteniéndose, los esquejes deben sumergirse en un vaso de agua tibia, para evitar que se aloje una burbuja de aire en el minúsculo agujero del tallo y bloquee la corriente de transpiración, pues si sucede tal cosa perecerán en 24 horas. Tras medio día de oscuridad, se humedecen o untan (según sea líquido o sólido el producto) unos segundos con alguna hormona de raiz -disponible en tiendas de jardinería- y se plantan sobre un rockwool de grosor y profundidad suficiente, donde con un lápiz o cosa análoga hayamos hecho antes un orificio adecuado a su diámetro y longitud. Lo inmediato es regar con una solución suave de vitamina B1.

Desde ese momento convendrá mantener húmedo todo el esqueje con agua tibia, calculando que aún no hay raices capaces de suministrar agua al tallo. Si la clonación ha funcionado, al cabo de una semana o algo más las puntas de las hojas amarillearán, se desarrollará una raiz y el esqueje empezará a crecer hacia arriba. La planta resultante será un calco de su planta madre.

Un último aspecto -ampliamente debatido hoy entre cultivadores hidropónicos- es si prescindir completamente de suelos orgánicos y luz solar produce plantas mejores en todos sentidos. El sector organicista lo niega, desde luego, alegando que la hidroponía pura crea variantes de extraordinaria psicoactividad, aunque más ásperas para el paladar. Reuniones de alto nivel agronómico, celebradas en Holanda bajo los auspicios del CIA (Cannabis in Amsterdam), el HMM (Hash-Marihuana Museum) y la DPH (Drugs Peace House), han acabado pareciéndose muchísimo a congresos de enólogos y catadores de vinos, donde la biomarihuana triunfa por estrechos márgenes.

Dos cosas parecen indiscutibles: 1) que todas las variantes actuales provienen de una sola planta hibridada, que se cultivó en interiores; 2) que el motivo de cultivar "cibernéticamente" no puede atribuirse a los cultivadores, sino al régimen legal en vigor. La clientela deseaba cáñamo potente, la policía estorbó su producción a cielo abierto, y el resultado está a la vista. Disponer de flores que alcanzan hasta un 14 % de THC -con las cuales puede hacerse un hachís potentísimo, como el dutch- es una consecuencia directa de la prohibición.

A pesar de la prohibición, se observa ya en Estados Unidos y Holanda una convergencia del cannabinófilo con el gourmet. Denominaciones de origen -como Borgoña, Burdeos, Alsacia, Rioja, Albariño o Chianti- equivalen a cepas hidropónicas, que -cultivadas o no sobre tierra- compiten como los propios mostos, atendiendo a precios, sabores y texturas. Si la potencia de las bebidas alcohólicas fuese lo decisivo, todo el mundo estaría bebiendo absenta y otros aguardientes próximos a los 70 grados, por no decir alcohol puro. Lo mismo cabe pensar de la marihuana y el hachís, en caso de que abandonasen el mercado negro.

Sea como fuere, la ingeniería genética y el cultivo hidropónico han abierto horizontes, creando variedades impensables hace apenas una década. Los bancos de semillas están ahí, abiertos a cualquier innovación. El aspirante a la autosuficiencia sólo tiene que conseguir buenas simientes, preparar su equipo y enterrarlas una a una en los cabellos de Pele que hoy se llaman rockwool, lana de roca. Clandestinos sacerdotes de la diosa Démeter cuidaron -y cuidan- de que ese acto fructifique.


Notas

1. La regla de oro para determinar posibles excesos es dividir por 220 (o 110, allí donde se empleee esa corriente) los vatios totales consumidos por cada circuito, sabiendo que a partir del 80% de su capacidad hay sobrecarga. Si el circuito tiene un fusible de 15 amperios, y en la habitación o habitaciones que cubre hay tres bombillas de 100 vatios, una plancha de 1.200 y una radio de 20, los 1.520 vatios divididos por 220 dan 6,9 amperior: no hay sobrecarga; cabe añadir una lámpara HID de 1.000 vatios, por ejemplo, pues la saturación de ese circuito comienza a partir de 12 amperios, y no se emplean más de 11.

2. Por lo demás, este material es tan tóxico para los pulmones como el amianto, siempre que esté seco, y por eso viene envuelto en plástico. Al anegarlo -haciéndolo manejable e inocuo- convendrá que el cultivador use una solución muy leve de los nutrientes a emplear, antes de depositar allí las semillas.

3. En efecto, algunos fabricantes hacen una preselección, y prácticamente todas sus semillas saldrán hembras. Suele ser el caso con northern ligths/haze 5, interpalm y herer.

fuenteD. Antonio Escohotado, "El Cultivo Hidropónico" Antonio Escohotado(1997)

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